sábado, 21 de mayo de 2011

Adelantos del diario de rodaje - Moctezuma















UN CINE DE GUERRILLA

La receta:
Ideas muchas.
Voluntad.
Una cámara de fotos.
Explorar la estética del azar.
Lanzarse a los caminos.

Lo más importante:
100 kilos de Corazón.

Ahí estaba para nosotros el cine del futuro.

Ulises hablaba de un manifiesto estético, de un desarrollo profundo de la imaginación, dejarse llevar por lo instintivo de la corriente, flujo y reflujo de eso que llamamos pensamiento. Ver las costas del infierno y volver con información.

Y Pazs le respondía que seamos una banda de forajidos en el medioevo, cruzar el altiplano sin ningún mapa, pero con una voluntad férrea de seguir. Hacer una radiografía del mundo con una cámara de fotos.

Los cineastas más pobres de Latinoamerica.

Como dos vietnamitas perdidos en Bolivia fumando en silencio ante la inmensidad.

domingo, 15 de mayo de 2011

Entre ríos


Aquella mañana
de inmediato supo
que no iba a ser un gran día.
Tal vez
por un mal sueño
una presunción
que confirmaba el café derramado
por su esposa
y cierta noticia de la radio.
Y decidió que no iría a trabajar
así
con naturalidad
besó a su mujer
puso en marcha el auto
y salió solo.
Condujo
hasta llegar a la orilla del río
y estacionó el coche bajo unos árboles.
Desde ahí veía al tipo que alquilaba los botes
El muelle
Y por supuesto el río
Y más lejos unas montañas.
Entonces echó atrás su asiento
-dándose espacio-
puso el parasol
y quiso reflexionar
responderse de algún modo
qué lo había llevado hasta allí
además del clima fresco
y soleado.
Trató de adivinar
qué era
lo que andaba mal
y pensó en el trabajo,
en un descapotable precioso que había vendido hacía años,
pero no era eso
y pensó en las pesadillas
pero eso tampoco
y pensó en un montón de viejos que fumaban incesantemente
en el interior de un cine barato,
y aunque, claro, esto lo inquietó
fue más allá todavía
y pensó en su esposa.
Entonces prendió un cigarrillo
y mientras fumaba
le pareció ver
que el tipo del alquiler de botes
le hacía una seña con la mano
como saludándolo
o como si tratara de comunicarle
las cualidades de sus botes
o como si lo conociera,
pero esto, él lo sabía, era imposible.
Miró a sus espaldas para ver si había alguien más
y el sol lo cegó.
Cuando volvió la vista,
el tipo de los botes
miraba hacia el río.
Lo observó recostándose sobre un bote roto
que estaba en tierra y
antes de darse cuenta
-en una especie de contagio-
se quedó dormido.

Cuando despertó era más de mediodía
y el cielo estaba nublado.
Quizás por eso
recordó que había tenido un sueño relleno de humo
en el que los viejos fumadores cruzaban el río
arriba de un bote largo
que
aún roto
no se hundía.
Después se largaba a llover
pero los cigarros
de los viejos
seguían encendidos.
Y de alguna extraña manera
a él le pareció que el sueño
no hacía otra cosa
que confirmar su presentimiento
si bien no llegaba
a descifrar del todo el misterio,
y aunque sintió que por aquel día
había ido muy lejos
bajó del auto
habló con el tipo de los botes
y se subió en uno y remó casi hasta la otra orilla
pero no tuvo deseos de bajar
y tiró el ancla
y se recostó.
Casualmente, ahora también observaba en dirección
al tipo de los botes
quien apenas tenía el tamaño de un mosquito
que al parecer
agitaba sus antenas
haciendo gestos ridículos
como si tratara, pensó él, de revelarle alguna pista
algún detalle
el punto de su investigación
donde él
se había perdido.
Cuando parecía a punto de conseguirlo
el mosquito pareció cansarse
y desapareció de su campo visual
dando lugar a una sensación
de vacío.
Entonces intentó pensar en algo rápido
para distraerse
y contó los pocos autos que había vendido en el mes
y contó las nubes
y se interesó por saber
qué estaría haciendo su esposa en ese instante
pero antes de llegar
a una respuesta
volvió a quedarse dormido.

Horas más tarde
al anochecer
un desconocido que paseaba por la orilla
vio al hombre regresando solo
en un bote
desde el centro del río
sin caña de pescar
ni aspecto de pescador.
Entonces, en un acto casi automático
el desconocido sacó una foto de su bolsillo:
en ella se apreciaba un auto nuevo estacionado en el desierto
y en su interior forrado de cuero
una mujer joven
que sonreiría para siempre,
hacia otra parte.
Y mientras la veía
el desconocido se preguntó
entre otras cosas
cuál era la historia y de dónde vendría el hombre del bote
sobre todo en una noche como aquella,
fuera de temporada.


Henríquez, diciembre 2005.



miércoles, 4 de mayo de 2011


El cine es la captura sagrada de los reflejos de la vida