a Nicolás “el niño” Ponte
Mandé las pesadillas
chuparme un huevo
y a las enfermedades
energía sanadora.
Mi mano derecha
es un martillo.
Necesario
áspero
satisfecho
sólido.
Fuerza solitaria contra todas las cosas
a favor de algo subalterno
a favor del sí mismo oculto.
Mandé al miedo
con libertad
me fui
y volví
sin viajes.
Plenamente confío.
Puedo empujar un auto hasta arrancarlo.
Henriquez, en "La cafetería de Phil"