domingo, 10 de febrero de 2013

Un negocio entre amigos


Soñé con Dennis Hopper,
Tenia la barba desprolija
el pelo revuelto
y un toque de sarna que lo estaba carcomiendo.

Estábamos en un lugar parecido a Taganga,
En los suburbios del Caribe Colombiano,
calles de tierra, dealers y chicas.
Dennis Hopper me decía que lo acompañe.

-          Te voy a hacer probar la que toma el presidente, amigo.

Un taxi del siglo XX se acercaba a nosotros
mientras dejábamos atrás a unos pequeños costeños
que escuchaban a los Pistols en una radio rapera,
Dennis no paraba de hablar y rascarse como un perro.

4 películas me nombraba mi amigo de otro tiempo
Y decía al pasar

-          Escritas por R. Bolaño.

Sin salir del embrujo de la situación,
el taxi nos dejaba en un hotel-edificio inmenso.

Entrábamos a un salón impecable
y una rubia vestida de rojo nos abría el ascensor

Dennis presionaba un botón y comenzábamos a descender,
suave y velozmente a las entrañas de la tierra

-          ¿Donde estamos? – Le pregunte.
-          Abajo del océano – Me dijo con su sonrisa cristalina.

Las puertas se abrieron, las paredes del lugar eran de vidrio,
efectivamente estábamos abajo del mar, como en un acuario,
bellas sirenas paseaban nadando.

-          Ahora hay que esperar, ¿Tenes los dólares ahí, no? – Me preguntaba Dennis, nervioso.

Yo revisaba mis bolsillos y le respondía que no.

-          Entonces vamos a tener que pagar con nuestras almas – Me decía mientras se mordía las uñas.

Al rato, que duro una eternidad,
apareció un viejo vestido elegantemente,
tenía la pinta de ser un vagabundo
recién bañado y con un traje nuevo,

del bolsillo interno del mismo
saco una cajita brillosa de metal.

-          ¿Con que pagan? - Nos pregunto.
-          Con firmas – Respondió Dennis.
-          La tuya no me interesa, la conozco de memoria… Pero… me interesa la de este joven. – Decía el viejo mientras me acercaba la caja.

Dennis me miro con una sonrisa maliciosa.

-          Abrila, abrila – Me dijo, pero en ingles.

Abrí la caja y un brillo cegador salió de la misma.

-          Esta es la que toma Alf – Me dijo el viejo.

No podía dudar un segundo más. Todo parecía un gran negocio entre amigos. Firme.

Metí la nariz en la maravilla y sentí una tormenta eléctrica en el cuerpo.

Luego los vidrios del acuario comenzaron a resquebrajarse,

el viejo guardo su lujosa lapicera y se hizo humo.

Dennis miro la caja
solo quedaban instantes,

los suficientes para que nuestro héroe
hundiese sus narices en el néctar de las galaxias.




Pazs





1 comentario:

Mariana dijo...

la que toma Alf!!!

jaja qué viajecito!
locura absoluta

leer esto y ahora para poder comentar la página me dice: "Demuestra que no eres un robot"
estoy desconcertada jaja