Soñé con Dennis Hopper,
Tenia la barba desprolija
el pelo revuelto
y un toque de sarna que lo estaba carcomiendo.
Estábamos en un lugar parecido a Taganga,
En los suburbios del Caribe Colombiano,
calles de tierra, dealers y chicas.
Dennis Hopper me decía que lo acompañe.
-
Te voy a hacer probar la que toma
el presidente, amigo.
Un taxi del siglo XX se acercaba a nosotros
mientras dejábamos atrás a unos pequeños costeños
que escuchaban a los Pistols en una radio rapera,
Dennis no paraba de hablar y rascarse como un perro.
4 películas me nombraba mi amigo de otro tiempo
Y decía al pasar
-
Escritas por R. Bolaño.
Sin salir del embrujo de la situación,
el taxi nos dejaba en un hotel-edificio inmenso.
Entrábamos a un salón impecable
y una rubia vestida de rojo nos abría el ascensor
Dennis presionaba un botón y comenzábamos a descender,
suave y velozmente a las entrañas de la tierra
-
¿Donde estamos? – Le pregunte.
-
Abajo del océano – Me dijo con su
sonrisa cristalina.
Las puertas se abrieron, las paredes del lugar eran de
vidrio,
efectivamente estábamos abajo del mar, como en un
acuario,
bellas sirenas paseaban nadando.
-
Ahora hay que esperar, ¿Tenes los dólares
ahí, no? – Me preguntaba Dennis, nervioso.
Yo revisaba mis bolsillos y le respondía que no.
-
Entonces vamos a tener que pagar
con nuestras almas – Me decía mientras se mordía las uñas.
Al rato, que duro una eternidad,
apareció un viejo vestido elegantemente,
tenía la pinta de ser un vagabundo
recién bañado y con un traje nuevo,
del bolsillo interno del mismo
saco una cajita brillosa de metal.
-
¿Con que pagan? - Nos pregunto.
-
Con firmas – Respondió Dennis.
-
La tuya no me interesa, la conozco
de memoria… Pero… me interesa la de este joven. – Decía el viejo mientras me acercaba
la caja.
Dennis me miro con una sonrisa maliciosa.
-
Abrila, abrila – Me dijo, pero en
ingles.
Abrí la caja y un brillo cegador salió de la misma.
-
Esta es la que toma Alf – Me dijo
el viejo.
No podía dudar un segundo más. Todo parecía un gran
negocio entre amigos. Firme.
Metí la nariz en la maravilla y sentí una tormenta
eléctrica en el cuerpo.
Luego los vidrios del acuario comenzaron a
resquebrajarse,
el viejo guardo su lujosa lapicera y se hizo humo.
Dennis miro la caja
solo quedaban instantes,
los suficientes para que nuestro héroe
hundiese sus narices en el néctar de las galaxias.
Pazs